OPACADOS POR LA MEMORIA
Iluminados por el fuego cuenta la historia de Esteban (Gastón Pauls), que, ahora con cuarenta años, se entera que Vargas, un compañero combatiente suyo en la Guerra de las Malvinas, intentó suicidarse, y lo encuentra en el hospital. A partir de entonces, Esteban evoca los horrores del conflicto y rememora historias de fraternidad y compañerismo cuando fue recluta, a los dieciocho.
La película es vista a través de la mirada al pasado de Esteban, y la historia transcurre en dos tiempos: el presente y 1982, año en que se desata la guerra entre Argentina y Gran Bretaña por la soberanía de las islas Malvinas.
Iluminados por el fuego destaca en la eficacia de las escenas bélicas: las explosiones, los bombardeos, el clima de la batalla, la impecabilidad de los efectos especiales le dan contundencia y cohesión al filme.
A la película, sin embargo, no le interesa la representación histórica, no intenta reproducir lo que en sí ocurrió en Malvinas; Iluminados por el fuego es el retrato íntimo de lo que sucede con cada combatiente en el estruendo de las explosiones. El problema de la película es que no se detiene a examinar con precisión la naturaleza del conflicto, se dispone a relatar el drama de Esteban y sus compañeros, y eso entibia la intención de la cinta. Claro que en el clima de la película se afronta el tema de la camaradería y la fraternidad; ello a través, por ejemplo, de escenas conmovedoras como aquella en que los soldados refugiados tras la derrota, para contrariar el frío, se disputan un partido de fútbol, en el marco de una atmósfera cruda, polvorienta y hostil. Pero hay también escenas que pretenden retratar el sufrimiento, y ahí la cinta apela en exceso a lugares comunes y en sí hay un tono sensiblero, poco convincente.
Toda la intención de darle cuerpo y formalidad a la historia se debilita porque no se detalla los incidentes puntuales de lo que sucede, algo así como si la historia transcurriese en una época y un lugar extraviados. Lástima, porque otro tema principal de Iluminados por el fuego es su hondo espíritu nacionalista, su aliento denunciante, su postura acusadora. En Iluminados por el fuego, Argentina le reclama a gritos a Gran Bretaña el territorio que le pertenece, reivindica su derecho y su propiedad en Malvinas, perdidas por la irresponsabilidad de una dictadura.
Las guerras son sombríos fantasmas que hostigan de por vida a quienes las padecen, e Iluminados por el fuego da muestra de ello. Esteban da muestra de ello: regresa a la isla a reencontrarse con su pasado y a clausurar viejas heridas, mientras la atmósfera de la cinta nos sumerge en un aura de reflexión y compasión sobre lo que «está clavado en la memoria, espina de la vida y de la historia.»
«Todo está clavado en la memoria, espina de la vida y de la historia», dice la letra de una de las emotivas canciones de Iluminados por el fuego, y ése es el sentido de esta película argentina de Tristán Bauer, que estuvo en la sección oficial de competencia en el Festival Elcine que organizó la Universidad Católica, en agosto, y que obtuvo el Premio Cardenal Juan Landázuri Ricketts a la mejor película por su contenido humano. La película duró sólo unos días en la cartelera, y pasó inadvertida, porque, claro, la taquilla la copa el cine comercial y escasean los cinéfilos exigentes de películas de calidad.Iluminados por el fuego
Iluminados por el fuego cuenta la historia de Esteban (Gastón Pauls), que, ahora con cuarenta años, se entera que Vargas, un compañero combatiente suyo en la Guerra de las Malvinas, intentó suicidarse, y lo encuentra en el hospital. A partir de entonces, Esteban evoca los horrores del conflicto y rememora historias de fraternidad y compañerismo cuando fue recluta, a los dieciocho.
La película es vista a través de la mirada al pasado de Esteban, y la historia transcurre en dos tiempos: el presente y 1982, año en que se desata la guerra entre Argentina y Gran Bretaña por la soberanía de las islas Malvinas.
Iluminados por el fuego destaca en la eficacia de las escenas bélicas: las explosiones, los bombardeos, el clima de la batalla, la impecabilidad de los efectos especiales le dan contundencia y cohesión al filme.
A la película, sin embargo, no le interesa la representación histórica, no intenta reproducir lo que en sí ocurrió en Malvinas; Iluminados por el fuego es el retrato íntimo de lo que sucede con cada combatiente en el estruendo de las explosiones. El problema de la película es que no se detiene a examinar con precisión la naturaleza del conflicto, se dispone a relatar el drama de Esteban y sus compañeros, y eso entibia la intención de la cinta. Claro que en el clima de la película se afronta el tema de la camaradería y la fraternidad; ello a través, por ejemplo, de escenas conmovedoras como aquella en que los soldados refugiados tras la derrota, para contrariar el frío, se disputan un partido de fútbol, en el marco de una atmósfera cruda, polvorienta y hostil. Pero hay también escenas que pretenden retratar el sufrimiento, y ahí la cinta apela en exceso a lugares comunes y en sí hay un tono sensiblero, poco convincente.
Toda la intención de darle cuerpo y formalidad a la historia se debilita porque no se detalla los incidentes puntuales de lo que sucede, algo así como si la historia transcurriese en una época y un lugar extraviados. Lástima, porque otro tema principal de Iluminados por el fuego es su hondo espíritu nacionalista, su aliento denunciante, su postura acusadora. En Iluminados por el fuego, Argentina le reclama a gritos a Gran Bretaña el territorio que le pertenece, reivindica su derecho y su propiedad en Malvinas, perdidas por la irresponsabilidad de una dictadura.
Las guerras son sombríos fantasmas que hostigan de por vida a quienes las padecen, e Iluminados por el fuego da muestra de ello. Esteban da muestra de ello: regresa a la isla a reencontrarse con su pasado y a clausurar viejas heridas, mientras la atmósfera de la cinta nos sumerge en un aura de reflexión y compasión sobre lo que «está clavado en la memoria, espina de la vida y de la historia.»
Tito Jiménez